domingo, 31 de mayo de 2009

La Umbanda




Las religiones afroamericanas resultan de una múltiple combinación de elementos. Incluyen las prácticas culturales traídas al “nuevo mundo“ por los esclavos negros, el catolicismo impartido por los españoles y portugueses, el espiritismo creado por Allan Kardec en Francia a mediados del siglo XIX y, en menor medida, las costumbres de los aborígenes americanos. Esta conjunción, dio orgien a múltiples expresiones religiosas entre las que se encuentra la Umbanda.

Según cuenta el mito popular su origen se dio en una sesión espiritista en Río de Janeiro en 1908, en la que un joven había sido invitado para tratar de solucionar algunos problemas extraños que venía manifestando. En la mesa, el muchacho llamado Zélio de Moraes incorpora en su cuerpo el espíritu de un caboclo, un indio que por ser considerado “atrasado“ fue invitado a retirarse. El Caboclo de las Siete Encrucijadas persistió y se presentó como el fundador de la Umbanda, un nuevo culto “destinado al beneficio de sus hermanos y a la práctica de la caridad, con una fuerte base en el Evangelio de Jesús“.

Su presencia en el país data de la década del ´60 de la mano de la corriente inmigratoria brasilera y uruguaya. Pero no sería hasta entrada la democracia cuando comienza a desarrollarse en su máxima expresión. Para el antropólogo y especialista en la temática Alejandro Frigerio su expansión en la Argentina está relacionada con el hecho de que las mismas proporcionan un marco institucional y una síntesis viable a creencias y prácticas religiosas previamente presentes en los sectores populares de nuestro país como las visitas a “curanderos“ y “videntes“ buscando ayuda para la solución de problemas.

Las religiones africanistas están basadas en la existencia de una escala de entidades con distinto grado de evolución espiritual. Olodumare, que sería Dios, está en el ápice. Crea el universo y lo deja en manos de entidades africanas, Orixás. Cada uno de éstos tiene dominio sobre un elemento de la naturaleza o de la actividad humana. Para algunos, serían mensajeros de Olodumare; para otros, sus partes constituyentes. Por debajo, se encuentran los guías espirituales de la Umbanda: caboclos (espíritus de indios) y pretos velhos (esclavos africanos viejos). Más allá, están las deidades de la Kimbanda, Exú y Pomba Giras, espíritus de marginados y rebeldes castigados y torturados por impartir sus creencias.
La Umbanda no practica un culto directo a los Orixá sino que lo hacen a través de los guías espirituales. Los templos umbandistas abren sus puertas para las sesiones de caridad en las que los caciques (sacerdotes) reciben en sus cuerpos a los espíritus de indios y de esclavos negros que dan consejos a los personas que buscan su ayuda para solucionar problemas de salud, trabajo o amor. Todos los caciques, como todos los creyentes, son hijos de una deidad en particular. Es por esto que se conocen socialmente como, por ejemplo, “María de Iemanjá“ (María hija de la Orixá del agua salada) o “Santiago de Ogum“ (Santiago hijo del Orixá guerrero). En total, se conocen 601 Orixá. Pero a los que generalmente se le rinde culto son a Bará, Ogum, Xapaná, Odé, Ossaín, Xangó, Iemanjá, Obá, Otim, Oiá, Naná, Oxum, Iansá, Oxalá, Ibejí.

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